Y las tareas en el hogar ¿Quién las lleva a cabo?

El trabajo doméstico es uno de los temas más importantes al estudiar, comprender y hablar de la desigualdad entre hombres y mujeres. La distribución del tiempo en las labores del hogar influye directamente en su participación en actividades remuneradas y las oportunidades de profesionalización y crecimiento personal.

Estas actividades son fundamentales para la sociedad. En el Día Internacional del Trabajo Doméstico, vale la pena preguntarnos qué es, por qué importa y bajo qué condiciones laborales se lleva a cabo.

El trabajo doméstico se refiere a todas las actividades realizadas en el hogar: desde preparar la comida, limpiar y dar mantenimiento, lavar la ropa y realizar las compras, hasta cuidar a los hijos e hijas, a personas mayores o con alguna discapacidad y administrar las cuentas.

Hombres y mujeres comparten las tareas domésticas en menos de la mitad de los hogares

Estas actividades históricamente han recaído en mayor medida en las mujeres. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), mientras que los hombres dedican, en promedio, 20 horas a la semana, las mujeres dedican 50 horas a estas tareas. Para ponerlo en perspectiva, si se divide esta cifra entre siete, las mujeres destinan siete horas al día al trabajo doméstico. ¡Esto es prácticamente una jornada laboral completa! En la mayoría de los casos, el trabajo doméstico se realiza sin goce de sueldo.

Pero aunque el trabajo doméstico no está sujeto a un pago, sí tiene un valor. Realizar tareas en el hogar permite el desarrollo de las personas que viven en él: de ellas depende la crianza, salud y educación, lo que se traduce en crecimiento emocional, físico y social.

El INEGI estima que el trabajo doméstico tiene un valor económico de 5.5 billones de pesos, lo que representa el 23% del PIB nacional. Las mujeres aportaron la mayoría, el 17 por ciento.

Por otro lado, pero no necesariamente con mejores condiciones, están las personas que realizan labores domésticas remuneradas. En México, hay un poco más de 2 millones de personas mayores de 15 años dedicadas al trabajo doméstico remunerado, lo que equivale al 4% de las personas que trabajan. El 96% carece de seguridad social y 9 de cada 10 trabajadores del hogar son mujeres.

Con el objetivo de proteger el trabajo y los derechos de las trabajadoras domésticas, el pasado 3 de julio del año 2020, entró en vigor el Convenio 189 sobre el Trabajo Decente para las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Éste busca reconocer, en la medida de lo posible, la relación laboral y contractual entre las trabajadoras domésticas y el empleador o empleadora. Al ratificar el Convenio 189, México se comprometió a adoptar medidas para asegurar que las trabajadoras conozcan las condiciones de su empleo y cuenten con mecanismos de queja y protección legal. Pero, como señala el Instituto Simone de Beauvoir, aún falta camino por recorrer para que esto se traduzca en la práctica.

Desde 2019 entró en vigor el programa piloto del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para afiliar a los y las trabajadoras domésticas remuneradas. La afiliación aún no es obligatoria y hasta el momento, solo 1% de las personas trabajadoras del hogar remuneradas se encuentran inscritas en el programa. Sin embargo, el programa también permitió identificar los espacios de mejora para el registro ante el IMSS y la simplificación del trámite.

El trabajo doméstico aún presenta retos, sobre todo para las mujeres. Las trabajadoras domésticas remuneradas no realizan estas actividades bajo condiciones laborales óptimas. A su vez, la distribución de las tareas del hogar no es equitativa y la brecha de género permanece.

Reconocer el valor económico y social del trabajo doméstico significa redistribuir las decenas de actividades que involucra, así como continuar con los esfuerzos para que más trabajadoras accedan a la seguridad social. Ya se sentaron las bases; que la conmemoración del trabajo doméstico sirva como un llamado para aplicarlas y fortalecerlas.

Las tareas domésticas de la casa, como cocinar, lavar, hacer las compras y trámites, son compartidas por hombres y mujeres en menos de la mitad de los hogares de la Ciudad según una encuesta efectuada, aunque el 86% de los hombres opinó que las labores deberían efectuarse en forma conjunta.

Investigación bajo el título «Género, trabajo doméstico y cuidado», se efectuó en 1.397 hogares del área metropolitana a personas mayores de 16 años.

Si bien a nivel discursivo la igualdad de género posee fuerte legitimidad y se considera deseable que exista una distribución equitativa de las responsabilidades que hombres y mujeres deben asumir, son ellas quienes aún siguen cargando con la mayor parte del trabajo no remunerado, destacó el informe.

Esto contrasta con la creciente inserción de las mujeres en el mercado laboral, lo cual haría presumir una inexistente mayor equidad también en el trabajo dentro de casa.

Además, el 49 por ciento de los encuestados cree que el cuidado de menores y enfermos debe ser una tarea compartida y más de la mitad acuerda en que deberían ampliarse las licencias por maternidad y paternidad.

Así, las tareas de limpieza recaen exclusivamente en mujeres en el 45 por ciento de los casos, mientras que sólo el 7 por ciento de los varones las tienen a su cargo.

El aseo del hogar es una tarea compartida en el 42 por ciento de los casos, mientras que el 6 por ciento de las viviendas paga por el servicio.

En cuanto a la preparación de alimentos, en el 49 por ciento de las viviendas encuestadas es una tarea realizada sólo por mujeres, en el 13 por ciento se ocupan de ella los hombres de la casa y sólo en el 37 por ciento de las veces es una ocupación compartida.

En lo referido a las compras de víveres e implementos de limpieza, la cuestión es más equitativa: en el 47 por ciento de los hogares es una tarea compartida, mientras que en el 16 por ciento de los casos es tarea de los hombres solamente y en el 36 por ciento, sólo de las mujeres.

En el pago de cuentas, el 38 por ciento de los hogares ha feminizado esa tarea, contra un 26 por ciento donde es una ocupación masculina y un 35 por ciento donde hay paridad.

En tanto, es en las reparaciones del hogar donde los varones realizarían su mayor contribución (56 por ciento contra el 10 por ciento), aunque una fracción de los encuestados (20 por ciento) declara que suelen contratar a un tercero para arreglar la vivienda, los muebles y electrodomésticos.

El relevamiento muestra también que la carga de trabajo doméstico que es asumida por las mujeres se intensifica en los hogares extendidos o más numerosos, en comparación a los hogares nucleares.

Es necesario que se amplíen las acciones del Estado dirigidas a promover la equidad de género, ya sea concientizando sobre la materia o impulsando políticas públicas que garanticen derechos y reviertan la discriminación de las mujeres en el mercado del trabajo.

¿Quién es responsable de todos los quehaceres en tu hogar? Sigue estos consejos para construir igualdad desde casa

Durante la pandemia, y debido a los roles históricamente asignados a las mujeres, la sobrecarga de los quehaceres del hogar –como limpiar, cocinar, lavar la ropa, ayudar con las tareas escolares a los menores y atender a los adultos mayores– la llevan las niñas, adolescentes y mujeres. De hecho, según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), las mujeres han incrementado más de 4 horas diarias al tiempo que ya invertían a las tareas domésticas y de cuidado, que era en promedio 6 horas.

Esta situación que normaliza la desigual distribución de responsabilidades impacta negativamente en el desarrollo de las mujeres, ya que restringe su participación en el mercado laboral, limita su acceso a empleos de calidad, acentúa la brecha salarial y reduce su tiempo libre. Asimismo, genera que ellas releguen la realización plena de sus proyectos de vida y metas personales.

Por otro lado, el trabajo doméstico no remunerado afecta también al futuro de nuestro país. De manera que, según la Defensoría del Pueblo, dedicar el tiempo exclusivamente a las tareas del hogar reduce la participación de las mujeres en el mercado laboral. Como consecuencia, ellas tendrán menor o ningún ingreso monetario que limitará su acceso a mecanismos de protección social –sistema de pensiones y seguro de salud–, lo que genera riesgo de vulnerabilidad futura.

Asimismo, durante el estudio realizado el año pasado por la misma entidad, las mujeres entrevistadas en los grupos focales, tanto en el área urbana como rural, consideraron que es importante lograr un entendimiento con la pareja para redistribuir las tareas del hogar.  En este contexto, actualmente, muchos hombres están reflexionando sobre la forma de ejercer su masculinidad y asumir sus responsabilidades en el ámbito doméstico.

A continuación, te contamos cuáles son las recomendaciones que brinda el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) para construir la igualdad desde casa:

  1. Participa activamente de la crianza de tus hijas e hijos: apoyándolos en sus tareas escolares, compartan juegos acordes a su edad e incentívalos a participar de las labores domésticas. Recuerda que estas actividades también puedes hacerlas de manera remota.
  2. ¡Toma la iniciativa! Las tareas del hogar y de cuidado son responsabilidad de todas y todos. Por ello, organízate y distribuye las tareas del hogar con igualdad entre las y los miembros de tu familia.
  3. Las labores domésticas son centrales para nuestra vida y merecen nuestra atención, por ello, promueve la corresponsabilidad en tu centro laboral.
  4. Fortalece tus lazos afectivos con los miembros de tu familia, generando espacios de diálogo para expresar alegrías, preocupaciones o miedos. Cuida a tus seres queridos y preocúpate por su bienestar.

¿Por qué es importante que los hombres también se involucren?

De acuerdo con el proyecto “Hombres por la igualdad” del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), es importante incorporar a los hombres en la lucha por la erradicación de la violencia de género a través del cuestionamiento de los estereotipos culturales, la creación de nuevas formas de masculinidades democráticas y la promoción de relaciones equitativas en su entorno familiar y de pareja. 

A continuación, te contamos por qué es necesario que ellos también trabajen por la igualdad:

  • Los hombres son parte del problema de la violencia hacia las mujeres, por lo tanto, deben participar en su solución.
  • Forman parte de una sociedad que en los distintos espacios de desarrollo (casa, escuela, comunidad, etc.) trata a los hombres de manera diferenciada, otorgándoles una posición privilegiada.
  • Es necesario el cambio de prácticas y discursos masculinos, que, de manera cómplice, minimizan o justifican las conductas violentas o de control que ejercen otros hombres contra las mujeres.
  • Su involucramiento responsable y comprometido generará un efecto multiplicador en otros hombres.
  • No es responsabilidad únicamente de las mujeres luchar por la igualdad de género y por construir una vida libre de violencia.
  • Para lograr su compromiso como aliados en la construcción de relaciones igualitarias y una sociedad libre de violencia de género.

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